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El Maestro Rafael Cortijo…
En el diccionario de la música afroantillana, el nombre de Rafael Cortijo es sinónimo de leyenda. Una de sus figuras cumbres y más veneradas. Líder de una de las organizaciones rítmicas más admiradas durante la segunda mitad del Siglo 20: Cortijo y Su Combo. Maestro del tambor caribeño. Inspirador de dos generaciones de cultores de la rumba y de los puertorriqueñísimos ritmos de bomba y plena. Este personaje irrepetible, de origen muy humilde, era hijo de Juan Cortijo Clemente y Juan Verdejo, quienes también procrearon a Francisco, Cecilia, Rosa y Gilberto. Contaba 11 años cuando el trompetista Paulino Flores lo introdujo al fascinante universo de la música caribeña enseñándole lo elemental en la ejecución del bongó. En lo sucesivo, sin maestro, aprendió a ejecutar el timbal, las tumbadoras – o congas – y algunos acordes en la guitarra.
A los 14 emprendió su carrera musical uniéndose, como bongosero, al Conjunto Hermanas Soustache (1943-1944). Posteriormente (1944-1947) figuró en el Conjunto Monterrey, de Monchito Muley y Juan Palm «Mentoquín». Durante el período 1947-1953 trabajó de manera alternada con las orquestas de Frank Madera, Armando Castro, Augusto Coén y Miguelito Miranda, así como con la Sonora Boricua de Daniel Santos y los conjuntos acompañantes de Bobby Capó, Myrta Silva, Ruth Fernández y Miguelito Valdés, culminando aquella etapa con el dirigido por el pianista Mario Román en La Riviera Night Club, en el Viejo San Juan.
En 1954 fundó el que sería legendario conjunto orquestal Cortijo y Su Combo, formando una mancuerna con el cantante Ismael Rivera que, a lo largo de siete años, causó sensación en toda la cuenca del Caribe y plazas hispanas de Estados Unidos. Tan brillante fue la trayectoria de este colectivo que, naturalmente, merece capítulo aparte.
Luego de protagonizar junto a «El Sonero Mayor» aquel importante capítulo en la historia de la música afroantillana, Rafael Cortijo prosiguió su actividad artística frente a una nueva agrupación. En diversas etapas, casi siempre por requerimientos – o accediendo a simples sugerencias – de los productores discográficos, identificó a su banda con diferentes nombres. Durante su paso por Tico Records, por ejemplo, se promocionó como Cortijo y Su Bonche, aunque al realizar dos reencuentros con el gran «Maelo» en los álbumes “Bienvenido / Welcome!” (SLP-1140) en 1966 y “Con todos los hierros” (LP-1158) en 1967, retomó el que lo hizo famoso: Cortijo y Su Combo. Los vocalistas Lysedia Sanjurjo, Roberto Angleró, Luis «Che» Delgado y Vitín Meléndez figuraron en su nómina durante aque lustro. “Sorongo” (SLP-1170 – grabado en 1967); “Ahí na má / Put It There!” (SLP-1196) – con el excelente sonero panameño Camilo Azuquita y los boricuas Nacho Sanabria y Marvin Santiago (1969) – y “Pa’ los caseríos” (1970), jamás perderían vigencia en la preferencia de los salseros de la mata.
Inmediatamente después, e incorporó al catálogo de Ansonia Records, a cuyo catálogo abonó dos producciones identificándose con su nombre original: “Noche de temporal” (SALP-1476) en 1970 y “Cortijo y Su Combo, Vol. 2″ (SALP-1481) en 1971. Sin embargo, en el interín compartió crédito estelar con el no menos prestigioso percusionista Francisco «Kako» Bastar en otro álbum que alcanzaría categoría de clásico: “Ritmos y cantos callejeros” (SALP-1477), grabado en el estudio Bellone, en Manhattan, el 7 de mayo de 1970. El excelentísimo Chivirico Dávila tuvo a su cargo las vocalizaciones.
Al vincularse al sello West Side Latino, de Arturo Sáiz, comenzó a venderse como Rafael Cortijo y Su Orquesta. A este período pertenece el álbum “Cortijo con Las Siete Potencias” (LP-2035), editado en 1974, en el que destaca el talentoso sonero Junior Córdova. Precisamente de ese mismo año data su álbum-debut bajo el amparo de la entonces recién creada etiqueta Coco Records, de Harvey Averne: “Juntos otra vez” (CLP-113), que marcó su tercer reencuentro con Ismael Rivera y se grabó “en vivo” durante el concierto que reunió a los miembros del grupo que se hizo célebre – sería incorrecto llamarlos “los originales” – en el Coliseo Roberto Clemente, el 25 de junio. Tal disco se editó en agosto. En lo sucesivo, la banda se promocionó brevemente como Cortijo y La Máquina del Tiempo. Fueron sus siguientes producciones: “Time Machine” (1974); “Campions” (1975) y “Caballo de hierro” (1977), cuya dirección musical recayó en Charlie Palmieri. Ya para entonces Fe Cortijo brillaba como su cantante estelar.
Sus dos últimas grabaciones las realizó en Puerto Rico, pues aunque pasó prolongadas temporadas en su patria, hasta entonces su centro de operaciones oficial era Nueva York. La primera se titula “El sueño del maestro” (Tierrazo, TLP-008), producida por Frank Ferrer en 1980. Fe Cortijo e Ismael Rivera, hijo, fueron los vocalistas de este disco, en el que se presenta al grupo como Rafael Cortijo y Su Orquesta. Incluyó las piezas “Elena, Elena” y “Gotas de veneno”, que significaron sus últimos éxitos. En la segunda, “Cortijo bailable” (Velvet/Golden Stereo 6012), cuya dirección compartieron Ray Santos y Louie García, volvió a ser Cortijo y Su Combo. Se editó pocos meses antes de su deceso.
Víctima de cáncer pancreático, Rafael cortijo Verdejo falleció en el hogar que compartía con su hermana Rosa, en el apartamento 313 del Edificio 15 en el Residencial Público Luis Lloréns Torres, en Santurce, el 3 de octubre de 1982. Su sepelio, efectuado en el Cementerio de Villa Palmeras el día 6, constituyó una impresionante manifestación de duelo popular: sobre 15,000 admiradores asistieron a darle el último adiós. Inspirado en aquellas emotivas escenas, el novelista Edgardo Rodríguez Juliá escribió su elogiada obra “El entierro de Cortijo” (1983). Además de su hija adoptiva y cantante de su orquesta Fe Julia, le sobrevivieron dos biológicos: Rafael «Timbe» (n. en 1975) y Zoila Rosa (n. en 1976).