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Mambo Gee Gee
La historia de George Goldner y Tico Records

Por. Stuffed Animal

El Último Respiro, Fania y La Muerte de George Goldner
Parte 5

Versión libre al español de Israel Sánchez-Coll
San Juan, Puerto Rico

Entre 1967 y 1972, las bandas de Machito, Ray Barretto y Eddie Palmieri se despidieron de la familia Tico. Pancho Cristal también lo hizo, dejando a Art Kapper, Miguel Estivíl, Fred «Paco» Weinberg y George Goldner a cargo de la producción. Veinticuatro LPs llegaron a los estantes en 1968, pero la producción de álbumes disminuiría en los años siguientes. Curiosamente, Tico no eliminó los lanzamientos de álbumes con sonido monofónico hasta 1971; el resto de la industria de la música se había vuelto tres años antes «estéreo compatible».

A medida que el enfoque cambió de orquestas a cantantes individuales, los productores reclutaron una banda de planta no oficial para fines de acompañamiento musical. Habitualmente incluía a Vinnie Bell a la guitarra, Sonny Bravo al piano, Bobby Rodríguez al bajo, Johnny Rodríguez a los bongós, Mikey Collazo en los timbales y una sección de metales dirigida por Barry Rogers.

Santitos Colón

El destacado vocalista de Tito Puente, Santitos Colón, se convirtió en el centro de atención con un par de álbumes en solitario. Colón había estado cantando con bandas latinas desde finales de los 40, pero no tuvo mucho impacto hasta qué se unió a la orquesta de Puente en 1957. Cantó como solista en los muy populares álbumes Dancemania de Puente para RCA Victor, y desde ese momento comenzó atraer sus propios seguidores. Con su semblante de un hombre bajo de estatura y delgado, con rasgos de huraño, Colón no era el candidato más probable para el estrellato. Sin embargo, su voz de sirena no tuvo problemas para atravesar un bailable a toda velocidad tal cuando lo hizo con «Babarabatíri», luego tomó un tono sexy y aterciopelado para boleros como en «Imágenes». La comercialización de los álbumes de Santitos Colón resultó ser un movimiento financiero sólido para Tico Records; desafortunadamente, no se puede decir lo mismo de los lanzamientos de Sophy Hernández y Shaun Elliot, los otros dos vocalistas que Tito Puente tuvo ocasión de emplear.

Noraida Moré, viuda del legendario sonero cubano Beny Moré, consiguió un contrato discográfico y se convirtió en la última en beneficiarse de una despedida de Puente. Hizo nada menos que producir su debut, La Bárbara del Ritmo Latino, y el confiable Charlie Palmieri contribuyó con los arreglos. Si bien se vendió lo suficientemente bien como para justificar editar un segundo álbum, Me Voy A Desquitar (I’ll Get Revenge), Noraida nunca generó el tipo de sensación pública que Tico había esperado. Tampoco lo fue la cantante y actriz puertorriqueña Nydia Caro, quien fue promocionada sin éxito como una especie de Jennifer López de los 60. Casi nadie se dio cuenta cuando el sello editó Yo Canto, el primer disco en Estados Unidos del rompecorazones internacional Julio Iglesias; sin embargo, Morris Levy no debe ser juzgado con demasiada dureza por no lograr que Iglesias se transmitiera al aire tan temprano en su carrera. Le tomó más de una década al cantante español volverse popular en este país, ¡e incluso entonces necesitó la ayuda de las superestrellas Willie Nelson y Diana Ross!

Tito Puente presents Noraida - La Bárbara del Mundo Latino

Tito Puente presents Noraida – La Bárbara del Mundo Latino

La gente se dio cuenta cuando arribó otra figura fundamental de los primeros días de la música latina. En un momento, la cantautora Myrta Silva había sido el brindis de América Latina. Descubierta cantando por unas pocas monedas durante la Gran Depresión por el célebre compositor puertorriqueño Rafael Hernández, Silva se convirtió en el principal atractivo de su Cuarteto Victoria. Actuó con Hernández en Nueva York, Puerto Rico y Colombia con gran éxito, y formó parte de RCA Victor. Emigrando a Cuba en los años 40, armó un repertorio atrevido compuesto principalmente por composiciones propias y de Rafael Hernández que la convirtieron en una sensación en los cabarets de La Habana. Luego precedió a Celia Cruz como cantante femenina destacada con La Sonora Matancera y apareció en eventos especiales de América del Norte como el «Festival Mambo / Rumba» de 1954. Ahora Silva era presentadora de televisión en su Puerto Rico natal, pero regresó a Nueva York el tiempo suficiente para bendecir el catálogo de Tico con un álbum de sus mejores canciones, The Author and Performer, y deleitar a los fanáticos de toda la vida con su propio volumen de Canciones en español que mamá nunca me enseñó.

Las colecciones de material de doble sentido incluían invariablemente una o dos melodías escritas por Arsenio Rodríguez. El guitarrista ciego murió el último día de diciembre de 1969; su último álbum para Tico, Arsenio Dice (Arsenio Says), se había publicado el año anterior. Acreditado con el origen del conjunto latino moderno (la combinación especial de instrumentos que le dio al mambo su sonido único), además de componer muchas melodías populares latinas, su influencia fue incalculable. El fallecimiento de Arsenio Rodríguez fue lamentado en toda la diáspora latina, al igual que el de Tito Rodríguez, quien murió víctima de una leucemia en 1973. Estos dos grandes Rodríguez fueron honrados con compilaciones póstumas de la Tico. Recordando a Arsenio presenta a Ray Barretto, Joe Cuba, Celia Cruz, Eddie Palmieri, Jimmy Sabater y Cortijo interpretando algunos de sus grandes éxitos. Nostalgia con Tito Rodríguez recopila algunos de los mejores trabajos del cantante de los años 50. En la época en que se lanzaron estos álbumes tributo, Joe Cain, el nuevo jefe de A & R de Alegre Records, acordó duplicar su carga de trabajo y comenzar a supervisar las sesiones de grabación de Tico.

Joe Cuba

Joe Cuba

Joe Cain trajo a Vicentico Valdés de regreso al sello. El vocalista destacado de Tito Puente de muchos años atrás era ahora un cantante de boleros de gran renombre. Se había convertido en cabeza de cartel en su Cuba natal, apareciendo con La Sonora Matancera y otros grupos afines. Para aquel momento, había disfrutado de una serie de éxitos románticos en la Seeco Records, que, dicho sea de paso, había producido Cain. El tío de Alfredito Valdés, Jr., Vicentico Valdés, rápidamente se estaba volviendo tan reverenciado como Pedro Vargas, Toña la Negra y Pedro Infante, famosos baladistas de la Edad de Oro de la música mexicana. Su único rival verdadero durante los años 60 lo fue Tito Rodríguez, y pocas personas respetaban más su talento que Joe Cain. «Podías tocar una melodía (para Vicentico)», recordó el productor en una entrevista muchos años después, «(y) él la captaba de inmediato… después de escuchar los acordes, podía manipular la melodía de tal manera que pensarías que fue Sinatra o Sarah Vaughan quienes la cambiaron».

Valdés no era el más suave de los cantantes, pero su fraseo matizado y los arreglos evocadores de Cain hacen que su debut en la Tico, Vicentico, sea ideal para escuchar a altas horas de la noche para parejas enamoradas. Con las luces apagadas, canciones sensuales como «Yo Lo Haré», «Nuestros Ojos», «La Calle» y «Llora, Llora» casi brindan un camino que brilla en la oscuridad hacia la habitación más cercana.

Joe Cain también incorporó al sello Tico al veterano arreglista/compositor y pianista de sesión Héctor Rivera, cinco años después de que su éxito clandestino de boogaloo «At The Party» inspirara muchas reuniones festivas. Su segundo álbum para la Tico, Lo Máximo (The Greatest), presenta las fluidas líneas de bajo de Cachao y la futura estrella de la salsa Héctor Lavoe en los coros. Resume bastante bien el sonido de la salsa de principios de los 70, pero es quizás más notable por tener algunas de las carátulas de álbum más extrañas jamás vistas en un lanzamiento de Tico. Izzy Sanabria, editor de la revista Latin New York, concibió la representación caricaturesca de Rivera como un coloso desnudo, escalando el Empire State Building al estilo King Kong. Como para realzar la calidad surrealista de la pintura, se muestra al infame simio mismo (¿o se supone que sea Morris Levy?) agarrado de la mano de Rivera.

At the Party with Héctor Rivera

At the Party with Héctor Rivera

iveraEn serio, la destreza de estudio de Héctor Rivera siempre fue útil en las sesiones de otros artistas, como las del álbum de 1969 de La Lupe, The Queen, por lo que Tico obtuvo más de lo que su dinero valía de él. Por ejemplo, fue un músico clave en el proceso cuando Joe Cain decidió revivir a los Tico All-Stars, juntarlos con los Alegre All-Stars y grabarlos en un concierto en el Carnegie Hall en mayo de 1974. Los otros participantes de esa histórica fecha fueron el Sexteto de Joe Cuba, Ismael Rivera y sus Cachimbos, la Orquesta de Charlie Palmieri y una versión ampliada de la Orquesta de Tito Puente; La Lupe, Vicentico Valdés, Meñique, Vitín Avilés y Yayo el Indio fueron los cantores destacados, y como invitados especiales Cachao, Cándido y el trompetista Alfredo “Chocolate” Armenteros, Barry Rogers, Chombo Silva, y José Fajardo, entre otros. Hay música sobresaliente en la grabación: la versión de Puente del tema 2001 – A Space Odyssey es magnífica, al igual que la exuberante oda de Lupe a «Changó», y Charlie Palmieri deslumbra con sus improvisaciones de órgano. Sin embargo, demasiados cortes en Live At Carnegie Hall, Volume One, carecen de emoción. La interpretación de Joe Cuba de «Boom Boom Lucumí» es desigual, el canto de Vicentico Valdés en «Confusión» nunca se enciende, y la interpretación de Ismael Rivera de «Dormir Contigo» probablemente no hubiera sacudido muchas piernas en The Palladium Ballroom. Aún así, el evento fue una buena excusa para reunir a los mejores talentos de Tico ―menos a Celia Cruz, quien se había ido de la Tico recientemente― en el escenario por primera vez desde mediados de los años 60.

Cain había dirigido un proyecto igualmente ambicioso y más exitoso para Tito Puente en 1973. En un intento por darle a la música bailable latina un poco de ambiente clásico, reunió una orquesta de veintidós músicos en Media Sound Studios. Charlie Palmieri fue el invitado a la cita y en la sección de vientos estaba compuesta principalmente por músicos de jazz. «Aunque la mayoría de los arreglos eran bailables», señala Steven Loza, biógrafo de Puente, «una buena parte del disco fue conceptualizado para una gran sala de conciertos». De ahí el título: Tito Puente y su orquesta de conciertos. Puente había coqueteado con el jazz en un par de sus álbumes de RCA Victor, pero este lanzamiento inició un movimiento mucho más agresivo hacia el género. También reflejó la estatura que se había ganado en el mundo de la música latina. La mayoría de los artistas habrían tenido problemas para justificar el gasto de hacer un álbum de tal magnitud, como este. Tito Puente no era como la mayoría de los artistas. Desde sus días en el Palladium, donde adquirió su imagen, se había presentado en todo el mundo y se había convertido en un verdadero embajador de la música latina.

Finalmente llegó el día en que lo inevitable no podía demorarse más: Morris Levy tenía una obligación tributaria que deseaba desesperadamente deshacerse de ella. Haciendo lo que, en retrospectiva, fue un movimiento miope, separó Tico Records y el catálogo Alegre de sus otras propiedades y los vendió al abogado Jerry Masucci en 1975. Aparentemente preocupado por el cambio de propiedad pendiente, Joe Cain compiló apresuradamente lo mejor de varios paquetes de artistas. Tenía motivos para preocuparse; una vez que las operaciones de Tico se trasladaron al complejo de oficinas de Masucci en 888 Seventh Avenue, el abogado prescindió de sus servicios.

Posteriormente, el líder de la banda Louie Ramírez asumió las funciones de A & R para Tico y Alegre. Sin embargo, casi de inmediato, esos deberes comenzaron a disminuir. El escritor David Carp ha opinado que Jerry Masucci «arruinó el sello para eliminar la competencia con (su propia compañía discográfica) Fania». La mayoría de los historiadores y melómanos están de acuerdo con esta evaluación. Literalmente fundada en la parte trasera de un automóvil en 1964 por Masucci y Johnny Pacheco, Fania Records en los años 70 estaba a la vanguardia de la floreciente explosión de la salsa. Lanzamientos atrevidos y callejeros de jóvenes artistas de la Fania como Willie Colón, Héctor Lavoe, Rubén Blades y Pete «El Conde» Rodríguez abrían el camino para el traspaso de una nueva generación. Masucci amarró a Celia Cruz justo antes de la compra.

Entre 1975 y 1985, Tito Puente, Ismael Rivera, Jimmy Sabater, Richie Ray y Bobby Cruz se unieron con la filial Vaya de Fania, donde Cheo Feliciano ya prosperaba. Ray Barretto había estado en el establo de Fania desde 1967, Santitos Colón siguió su ejemplo en 1970 y Eddie Palmieri se incorporó en 1980. Todos se convirtieron en estrellas más grandes que nunca como artistas Ticos, y sus contribuciones ayudaron a convertir a Fania en el sello de música latina más exitoso de todos los tiempos.

Sin embargo, algunos artistas de Tico no encajaban en la visión que tenía Masucci del imperio de la salsa que construía y no pudieron hacer la transición. La Lupe, lamentablemente, fue una de ellas. Esto es desconcertante, porque en su momento de apogeo fue sin duda el acto más vanguardista de la Tico. Sin embargo, Masucci parecía preferir sus compilaciones que fácilmente se mercadeaban, en el caso concreto sus grabaciones más antiguas antes que promocionar las nuevas. Le agradaba más Celia Cruz como cantante y enfocó sus energías en convertirla en la reina de la salsa, lo cual logró. Al mismo tiempo, una serie de desgracias personales —enfermedad, incendio, bancarrota— hicieron que La Lupe perdiera impulso.

Ella siempre había insistido en actuar como su propio agente en los contratos para presentaciones y grabaciones, pero ya en 1977 su carrera estaba en ruinas debido a la mala gestión. Dio una de sus últimas grandes actuaciones ese año, cautivando a una multitud de admiradores en el Teatro Puerto Rico. Su repertorio esa noche incluyó poderosas interpretaciones de «Qué Te Pedí» de Tito Puente Swings, The Exciting Lupe Sings y «Oriente», su emotivo tributo a la región de Cuba en la que nació. En una de las grandes tragedias de la música latina, Lupe perdió su fortuna, luego su salud y finalmente su vida. La reina del soul latino murió de insuficiencia cardíaca en 1992 a la edad relativamente joven de 53 años. Miles de neoyorquinos de raíces latinas, acongojados por el dolor, se reunieron en La Iglesia de Dios en el Bronx para presentar sus respetos finales. La muerte de La Lupe coincidió con el último aliento de Tico Records. Se cree que su lanzamiento final fue una compilación póstuma en disco compacto de 1992 de sus éxitos.

Tico había dejado de funcionar como un sello activo mucho antes. Aunque no pudo sobrevivir a la era de la salsa, no obstante, resulta inconcebible no admitir sus grandes contribuciones a la música latina. A lo largo de sus cuarenta años de vida, Tico grabó merengues dominicanos, rancheras mexicanas, tangos argentinos, cumbias colombianas, pasodobles españoles y otros estilos, pero a juzgar por la forma en que artistas como el Trío Los Bandidos y la Orquesta de Tango de Pepe Rico no lograron renovar sus contratos, la diversidad del sonido no era el punto fuerte del sello. Lo que sí hizo mejor que ningún otro sello fue vender música bailable afrocubana con un sabor nuyorrican (Nueva York-Puertorriqueño), la base de la salsa. Y, de hecho, todos los principales artistas de Tico son respetados como modelos a seguir por las estrellas de la salsa de hoy y de siempre.

¿Y qué hay de George Goldner? Estaba en proceso de iniciar otra nueva compañía discográfica cuando murió de un infarto masivo el 15 de abril de 1970. Según Al Santiago, las circunstancias de su muerte fueron particularmente trágicas: «(Él) murió en la casa de un amigo después de quejarse de fuerte dolores en el pecho durante su última sesión de grabación. Se negó a ir (a la sala de emergencias) porque no tenía seguro médico». Qué triste ironía, si es cierto. Uno de los ejecutivos más respetados de la industria de la música podría apostar $1,000 o más en los juegos o apuestas, una posibilidad remota, ¡pero no podía pagar su propia atención médica!

En un período que abarcó menos de veinticinco años, George Goldner fundó más de una docena de etiquetas. En dicho proceso, atrajo al público para actuaciones como las de Frankie Valli y The Four Seasons, The Shangri Las, Johnny Rivers y The Isley Brothers. Podría decirse que su sello más famoso y exitoso fue Red Bird Records, con sede en el famoso Brill Building, que operó de 1964 a 1966 en sociedad con Jerry Leiber, Mike Stoller, Jeff Barry y Ellie Greenwich. Entre los lanzamientos de Red Bird se encuentran éxitos monstruosos como «Chapel Of Love», «Leader Of The Pack» y «The Boy From New York City». Sin embargo, el primer sencillo de Red Bird fue un número llamado «Mambito», interpretado por una banda de rock latino; Goldner nunca abandonó a su primer amor. A fines de 1965, lanzó Cotique Records, otra incursión en la música latina que aprovechó el sonido del boogaloo. Tanto Cotique como Tico le sobrevivieron, llevando su creencia en el potencial comercial de la música latina hasta los años 70 y más allá.

Al igual que Morris Levy, quien murió de cáncer en 1990, Goldner dejó algunos enemigos, pero también muchos amigos. «Era una persona maravillosa», ha dicho el productor del personal de Red Bird, George «Shadow» Morton. «Era un hombre creativo y un hombre de negocios. Hizo más que nadie por la fundación del rock». El cofundador de Red Bird, Jeff Barry, afirma que «George Goldner fue una de las pocas personas en la industria de la música con una pasión genuina por el producto». El difunto Al Santiago lo elogió como «un excelente productor discográfico».

El crítico de rock Bruce Eder señaló que Goldner «descubrió más talento, tanto frente al micrófono como detrás de escena, del que la mayoría de los productores pueden grabar en toda su vida». Debido a su éxito pionero con los grupos vocales de R & B, George Goldner se ganó el derecho a ser llamado el rey de la música doo wop. Sin embargo, para los amantes de los sonidos latinos de antaño, es más conocido por el nombre que inscribió en los primeros lanzamientos de álbumes de Tico: ¡Rey del Cha-Cha-Chá Mambo!

The Teenagers - Thanks to Hans-Joachim Krohberger - from left to rigth - Herman, Sherman, Joe, Jimmie, George Goldner, Frankie, and Joe Kolsky

The Teenagers – Thanks to Hans-Joachim Krohberger – from left to rigth – Herman, Sherman, Joe, Jimmie, George Goldner, Frankie, and Joe Kolsky

Dedicado a la memoria de Jamie Lepage

Un agradecimiento especial a Dave Conn, Bill Osment, Charlie Stout y el personal de The Music Exchange en Kansas City, Missouri, Chuck Haddix y su personal en Marr Sound Archives/Universidad de Misssouri en Kansas City, Mike Callahan, Juan Ignacio Cortiñas, David Edwards , Zeno Okeanos y Jeff Barry.

Investigación de imágenes de Stuffed Animal, Tony Rounce, Malcolm Baumgart, Richard Havers, Leonardo Flores, Phil Milstein, Rat Pfink y Jeffrey Glen.

FUENTE: HERENCIALATINA

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